Mi vida de papel

Alguna vez se soñó escritora.

Luego, chispas de letras más adelante, descubrió que no lo era. Muy a pesar suyo. Las palabras se vestían para ella sin embargo, merodeando su pluma en una danza del vientre de ensueño. Al rociar sus papeles de letras, una que otra vez, se habrá visto el destello, fugaz, de su talento. Fugaz.

Rompió las letras, las palabras, la voz y se fue al otro lado.

Se deslizó en el mundo ficticio, a puntapiés. Alguién, una mano, inventa poesía en su piel, agarra su vida y la hace de papel. Musita sus rizos, pincela sus ojos caoba, moldea un personaje hecho de letras vivas, de carne y hueso envuelto en una portada rígida, blanca y rayada de un brochazo fuschia.

Cuatro palabras : Mi vida de papel. En la contra-portada, un portrait, en blanco y negro, el fondo borroso, como lleno de burbujas de diferentes tamaños que algún niño sopló a través de su juguete de agua con detergente. El portrait concede un deseo a esta oruga hecha de letras afelpadas, naïves y que sueña con ser escritora.