viernes, 5 de diciembre de 2008

Escala de grises para un cuento de colores

Foto © Sara s-da

Atardecía.
El viento silbaba dulcemente mientras empujaba de su ligera brisa una que otra nube en el cielo azul. Acostada boca arriba en el pasto, Maya contemplaba el ballet del cielo a través las ramas del almendro en flor.
Atesoraba esos instantes, mágicos, que la llevaban al maravilloso mundo de los sueños.
Luca no tardaría en llegar. Cada año, a la misma fecha, se re-encontraban debajo del almendro tantas veces cómplice de los sueños que iban atando y desatando a sus ramas.
Al llegar, Luca se acostó delante de Maya. Sus cabezas se rozaban. Ella aún cerraba los ojos pero había sentido los pasos aterciopelados de Luca y sonreía.
“Hola” – dijo, los ojos todavía cerrados.
“Es bueno verte de nuevo Maya” – musitó Luca.
De niños eran inseparables, y el paso de los años no había logrado deshacer el lazo que les unía. Solían colorear el mundo con sus risas puras e inocentes. Pintaban arcoíris en el cielo, las nubes de azul, lila, verde ó naranja, dibujaban sonrisas a todos aquellos que los veían y bosquejaban recuerdos en la mente de aquellos que habían olvidado la magia de la infancia.
Maya y Luca eran la imagen misma de la alegría, de la felicidad.
Pero, un día, ocurrió lo impensable. Luca se enfermó. “Es un mal raro, no podemos hacer nada más” – dijeron los médicos.
El tiempo fue pasando y se llevó a Luca. Maya, inconsolable, enojada con eso que los adultos llaman el destino, se encerró en un mutismo envuelto de una profunda revuelta. Se rehusaba a agasajar el dolor de la pérdida y tejía de esperas la ausencia de Luca.
Y fue así, que con el pasar de los años, de las estaciones, de los colores, Maya encontró debajo del almendro lo que nunca aceptó que se fuera.
Como un ritual, se acostaba al pie del árbol mágico, y durante un instante, efímero, se re-encontraba con Luca y volvían a correr, riéndose y brincando por el parque con sus pinceles invisibles en la mano.

14 comentarios:

el piano huérfano dijo...

Hechicera con este cuento de colores en que a veces sumamos dulores

precioso

un abrazo

Anónimo dijo...

Hermoso relato, con una lluvias de palabras y sentimientos que han mojado mi alma.

Te dejo un beso y un sentimiento .

Joaquín Campos dijo...

HE NOTADO LA BRISA ¡¡¡QUE BONITA LA FOTO!!!
SALUDOS DE COLORES...

La sonrisa de Hiperion dijo...

"Como un ritual, se acostaba al pie del árbol mágico, y durante un instante, efímero, se re-encontraba con Luca y volvían a correr, riéndose y brincando por el parque con sus pinceles invisibles en la mano."

Me gustado esteespecie de cuentecillo, que engancha como el buen vino...
Saludos!

Inés dijo...

Qué bonito te quedó Sonita! qué lindo el relato!

y yo me pregunto..por qué es tan breve la Felicidad?

Hay que seguir adelante con la vida y buscar la felicidad siempre.

muchos besos de colores,
Inés

el piano huérfano dijo...

contestando a tu comentario;
si quería liberar fantasmas pero si preocupar a nadie


un beso y que es sonrisa jamas se borrar de tu cara bonita

Sergio dijo...

Sonita realmente li viví, lo imagine y es muy triste perder a tierna edad a alguien que es parte de ti, bello relato.

Saludos

Inés dijo...

Hola Sonita,

Hay una sorpresa para ti en mi blog, es un Premio que te está esperando. Espero que te haga feliz y que te guste mucho,

Te lo mereces!

muchos besos,
Inés

Unknown dijo...

Sonita escribís historias que reconfortan el alma y te hacen sentir bien.

Te mando un besote

Esteban dijo...

Que bonita historia de amor.

Tristancio dijo...

Menos mal que existen los ritos. Y aquéllos particulares, los que nos inventamos, los que nadie sabe que realizamos, muchas veces son los que nos salvan...

Un abrazo.-

Tony Amesty dijo...

Que bonita historía.....

un saludo

eva lluvia dijo...

a veces, algunas pérdidas son inaceptables...

muy linda tu historia

besitos

RIPNE dijo...

Y que cierto el final...
Siempre se puede volver a creer, aunque cueste renunciar.
Un abrazo para ti